Ayer, día 8 de mayo, y frente a la plaza de tortura de Las Ventas, varios cientos de personas nos reunimos para protestar por la decisión de la Comunidad de Madrid de declarar la Tauromaquia Bien de Interés Cultural. Queríamos dejar claro que no queremos que nuestros niños y jóvenes sean educados en el maltrato hacia los animales.
La concentración discurrió sin incidentes salvo la aparición de los "gañanes" de turno que con sus provocaciones quisieron deslucir el acto. Afortunadamente, la rápida intervención de la policía, hizo que no prosperaran sus intenciones.
Aquí os dejo varios álbumes de fotos y algunos vídeos.
Fotos.
Fotos
Javier Sádaba, catedrático de Ética y Filosofía de la Religión de la Universidad Autónoma de Madrid, no pudo estar presente, pero nos dejó un texto que fue leído por mi.
También estuvo presente el grupo de acrodanza del Club de Gimnasia Artística Pozuelo que nos dejó una bella coreografía alusiva a la tortura del toro durante la lidia.
El poeta Angel Padilla leyó un bello poema:
Los versos del picador
Sobre el viejo caballo,
que no es un caballo, que es el mar,
que es un árbol, que es
el viento. Y en la puerta de tierra de la hierba
volverá a llamar en primavera.
Con tu garrocha,
que no es una garrocha, que es un fuego,
que es la nieve cayendo, que es
la muerte. Y en la puerta encendida de las flores
volverá a llamar en el invierno.
Hundes tu brazo de hierro en el toro,
que no es un toro, que es el mundo,
que es tu madre
y es tu pecho. Y en el cielo de tus ojos
volverá a volar cuando no haya nubes de leones.
Picador,
que no eres picador, que eras un prado,
que ahora eres la noche, el hielo.
Y volverás, alba, como un rayo a la nueva hierba,
a iluminar las fosas que creías cumbres.
Una herida en el corazón del mundo,
sangra bosques el cielo,
sangra cielos el hocico del toro,
sangran hierba tus ojos,
sangran estrellas tus labios,
sangra rosas tu cara,
sangra caras tu cara,
caen por ella tus vecinos
y cae por ella la pared de tu casa, tu edificio,
tu ciudad, por tu cara se derrama el mundo
porque tu cara no es tu cara,
es el agujero de la muerte
y bajo tus pies
y bajo las raíces del suelo hueco corren millones de pies
de los muertos inquietos caminando por debajo.
Porque el rugido de tu lanza hace brotar la lágrima en la piedra
y despierta los rojos bisontes de la sangre
en los cadáveres.
Un mugido del toro
y hacia su sangre los que lo queremos caemos talados
y hacia su roja hondura el llanto se despeña
y hacia él caen los prados, las montañas y los cielos,
hacia su pena grande como la lluvia en los desiertos
y quedas solo, picador, en el aire solo,
llenas de sangre tus manos y tu cuerpo,
picador rojo flotando y girante en un viento quieto.
Sin ningún ser a quien zaherir ni matar,
tú verdugo y herida,
herida en el mundo solo y solo
sin cielo
ni raíces.
Enamorado de la muerte, iluminado de infiernos,
tu corazón pare
Vírgenes.
Alguien ha conducido a tu anciana madre a la dehesa
dentro de los verdes cercados, entre los toros,
que tu madre no es una mujer, que es la tierra,
que es un bosque, que es el mar, que es
un toro. Y cuando caiga como mujer
y luego se alce a cuatro patas sobre las flores
mugirá una canción de cuna
ante tu losa.
Tú has llegado entre vaqueros, tembloroso tu aguijón,
a la montaña de su cara y con los truenos de tus manos de lluvia
has alzado al toro de tu madre de entre los demás huidizos toros
y no has hundido tu garrocha sobre su negra testuz
porque no veías en ella a un toro sino a una mujer.
Pero en el toro jamás verás
(y en él habita, como en la hoja el campo
o en cada brisa el cielo)
a tu madre.
Sobre el viejo caballo.
Otro mugido del toro. Helado.
Rojo.
Sobre el viejo caballo.
Que no eres un picador.
Eras la hierba.
Sobre el viejo caballo.
Que no es un caballo.
Lluvia.
Arriba de la vida.
La muerte.
La muerte.
2 comentarios:
Preciosos y para reflexionar los versos de Ángel Padilla.
Dice una enseñanza del Buda que en cada ser de la tierra deberíamos de ver a nuestra madre, esta poesía tan llena de fuerza y de sensibilidad me lo ha recordado.
Me alegro de que esta concentración haya tenido unos protagonistas tan grandes, tan necesarios, como son los niños y la juventud.
Hermosísimo el poema de Ángel Padilla. Ciertamente en esa armonís universal de la que todos debemos hacer parte, esa lanza hiere a la madre, hiere a la tierra, hiere al Universo. El mugido de muerte del toro es el grito del último hombre de la última humanidad. Despues se prospecta la nada.
Habeis propuesto un bonito mensaje a los niños, ellos solos podrán elegir de no ser los últimos hombres de la última humanidad.¿Hay otro mundo posible?
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