Informe elaborado por la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia.
El término doméstico, en lo que respecta a los animales, lo define la Real Academia Española como:
“Que se cría y vive en la compañía del hombre, a diferencia del salvaje”.
“El que, mediante el esfuerzo del hombre, ha cambiado su concepción de salvaje, y si la recobra puede ser objeto de apropiación”.
“El que pertenece a especies acostumbradas secularmente a la convivencia con el hombre y no es susceptible de apropiación”.
Son numerosos los investigadores y científicos que han elaborado informes sobre el tema que estamos tratando y que se refieren al término domesticación, que es el conjunto de acciones llevadas a cabo por el ser humano, que han conducido a que un animal pueda ser considerado como doméstico.
Domesticación:
“Es el proceso por el cual una población de una determinada especie, en este caso la de los bóvidos, adquiere o desarrolla ciertos caracteres morfológicos, fisiológicos o de comportamiento, los cuales son heredables y, además, son el resultado de una interacción prolongada y de una selección deliberada por parte del ser humano. Su finalidad es obtener determinados beneficios de dichas modificaciones”.
Creo que es ésta es una definición perfecta de lo que ha hecho el hombre a lo largo de los años para crear el toro de raza de lidia.
También es muy interesante la definición que da el veterinario español, profesor de la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona) y especialista en Etología, Xavier Manteca:
“La domesticación es un proceso de adaptación de una población de animales o plantas a las condiciones ambientales creadas por el ser humano. Dicho proceso incluye dos tipos de cambios: genéticos, que se transmiten de padres a hijos, y cambios inducidos por el ambiente, que se repiten de generación en generación. El hecho de que la domesticación sea un proceso de adaptación, significa que los animales domésticos sobreviven mejor en las condiciones ambientales creadas por el ser humano que sus antepasados salvajes. La domesticación implica al menos un cierto control sobre la reproducción de los animales por parte de los seres humanos”.
En lo que respecta al ambiente, nos podemos referir a las dehesas como hábitats que han sido modificados por el hombre a lo largo de los siglos y no como ambientes naturales, ya que ha sido el ser humano el que las ha dotado de determinadas características mediante la aplicación de procesos en función de los requerimientos alimenticios, de cultivo según las épocas y de algunas circunstancias que detallaremos a continuación. En su estructura han influido, entre otras, la creación de las Cañadas Reales en el seno del conflicto entre trashumantes mesteños y los habitantes de los Concejos y posteriormente con las Desamortizaciones, que provocaron la aparición de las grandes propiedades personales, lo que supuso un gran perjuicio, que llevó a que se talaran árboles para poner más suelos de cultivo. Incluso algunas dehesas fueron pagadas total o parcialmente, talando total o parcialmente el monte, vendiendo los productos así obtenidos como la leña, el carbón o el cisco. Muchos de nuestros bosques fueron transformándose en dehesas por estas circunstancias.
Dos factores más alteraron de forma severa las antiguas dehesas:
1-El hambre de la postguerra hizo que fueran muy pocas las dehesas y pastizales que quedaran sin cultivar. Esta presión también afectó al arbolado y quedó reflejada en la destrucción de amplias superficies de bosque adehesado.
2-La aparición de la PPA (Peste Porcina Africana), que provocó, a mediados del siglo XX, la tala y aclare abusivo del encinar, con lo que se produjeron importantes problemas de degradación de estos lugares.
Más de un millón de hectáreas de nuestras dehesas, están ocupadas en la actualidad por el cerdo de raza ibérica, que nadie cuestiona que sea un animal doméstico.
La ganadería surge con los primeros asentamientos humanos, que en un principio se habrían limitado a un control de recursos animales, protegiendo la fauna de otros depredadores y cazando selectivamente. Pero sólo se puede hablar de ganadería cuando se comienza a criar al animal controlando su reproducción.
Price (1984) define la domesticación como un proceso mediante el cual una población de animales se adapta al hombre y a una situación de cautividad a través de una serie de modificaciones genéticas que suceden en el curso de generaciones y a través de una serie de procesos de adaptación producidos por el ambiente y repetidos durante generaciones.
Se trata por tanto de un proceso que precisa largos periodos de tiempo y el paso de numerosas generaciones para que estos cambios se fijen genéticamente, sean modificaciones en el comportamiento, en la morfología, fisiología o embriología del ser vivo.
Hart, en 1985 incidía en que, en ese momento, nos encontrábamos en la sexta etapa del proceso de domesticación, en el que las características de comportamiento y genéticas de los animales de producción se habían visto modificadas hasta el punto que habían perdido la capacidad de sobrevivir y de reproducirse sin la intervención del hombre.
Es importante matizar que no es lo mismo “domar” que “domesticar”. “Domar” es amansar y hacer dócil a un animal mediante ejercicios y enseñanzas, sean éstos silvestres o domésticos. Podemos conseguir que un león pase por aros de fuego en los circos, que un perro baile al son de una determinada música, que un elefante juegue con una pelota, o que un caballo haga un recorrido en una competición de obstáculos. Esto es domar, pero no domesticar.
El término doméstico hace referencia a animales, que, por selección directa del ser humano, adquieren características genéticas, morfológicas, fisiológicas y de comportamiento. La doma se hace sobre individuos, la domesticación involucra poblaciones enteras.
Según la FAO, en un documento que titula: “Lista Mundial de Vigilancia para la Diversidad de los Animales Domésticos”, la domesticación de las especies animales comprende el control de la reproducción. En el documento citado se dice:
“Los animales domésticos son aquellos que se han desarrollado bajo el efecto de la interacción entre la selección hecha por el hombre y la adaptación al ambiente”.
La FAO, además, cuando hace referencia a los bóvidos domésticos españoles, incluye junto a otras razas de nuestro país, al toro de raza de lidia, y así aparece en su Banco Mundial de Datos.
Se considera que una raza no está en peligro de extinción si el número total de hembras y machos reproductores es superior a 1000 y a 20 respectivamente. Sirva como dato que en la actualidad, el número de vacas de bravas en España es de 125.000-135.000 y el número de sementales sobrepasa de lejos el número de 20.
No debemos olvidar que la raza toro de lidia, está reconocida por el Estado Español en su Boletín Oficial del Estado como raza autóctona y por lo tanto bajo protección. El Real Decreto 60/2001 de 26 de enero reconoce el prototipo racial de la raza bovina de lidia.
En el Real Decreto 260/2002 de 8 de marzo, se fijan las condiciones sanitarias aplicables a la producción y comercialización de carnes de reses de lidia.
En el Real Decreto 1939/2004, de 27 de septiembre, se regula la calificación sanitaria de las reses de lidia y el movimiento de animales pertenecientes a ésta.
En el Real Decreto 2129/2008 de 26 de diciembre se establece el programa nacional de conservación, mejora y fomento de las razas ganaderas, en las que se incluye a la raza de lidia.
Es importante recordar que la orden de 29/6/2001, derogada un año después, prohibió la comercialización de carnes de lidia procedentes de espectáculos taurinos (BOE nº 156 de 30 de junio) en relación con la aparición de la Encefalopatía Espongiforme en el ganado vacuno.
También debemos reseñar que las subvenciones que reciben los ganaderos de lidia, tanto a nivel como europeo, lo son en función de productores de ganado de carne y que su producto tiene la denominación de “carne de reses bravas”.
No debemos olvidar que el proceso de domesticación empezó hace 12.000 años en lo que respecta a los animales salvajes. En la medida en que el hombre ha evolucionado y extendido el área bajo su control, los animales han sido modificados para satisfacer las necesidades humanas de cualquier índole. Razas genéticamente diferentes se han desarrollado bajo el efecto de la interacción entre la selección hecha por el hombre y la adaptación al ambiente.
Veintiocho especies, entre las que se encuentran los bóvidos, han sido incluidas en la WWL-DA: 2.
Según la FAO, un gran grupo de mamíferos domesticados fueron los grandes “Bovinae”, entre los que los que se encuentran los bovinos sin joroba, conocidos como “Bos Taurus”, al que pertenece el toro de lidia. La misma FAO reconoce que determinados animales domésticos son utilizados en eventos culturales en algunas comunidades.
Con la excepción del caballo, la mayor parte de las especies mayores de ganado fueron domesticadas en la región del Cercano Oriente. A partir de este centro de domesticación, la progresión de los animales hacía el Norte de Europa ha sido facilitado por las conquistas militares y los movimientos de tribus nómadas. Los bovinos migraron desde Macedonia y los Balcanes 7000 antes de Jesucristo para cubrir el resto de Europa. Fueron los descubridores españoles los que hicieron llegar los toros al Centro y Sur de América e incluso los utilizaron en sus campañas militares.
A partir de la Edad Media, los animales de cada país tendían a ser típicos de cada región. Las variedades locales fueron seleccionadas por su productividad, en función del ambiente, o del uso que les iba a dar.
En cuanto al concepto de raza, debemos dejar claro que el término “raza” no es un término técnico, pero las diferencias, tanto visuales como de utilidad entre ellas, son las responsables de la mayor parte de la biodiversidad asociada a cada especie animal doméstica. Raza es un término más cultural que técnico para poner acento en la propiedad e implica domesticación.
El aspecto de diferencias genéticas de cada raza, y a través de todas ellas en cada especie doméstica animal, provee la variación o biodiversidad para cada especie. Esta diversidad se ha desarrollado en el curso de años de evolución, formando y estabilizando cada especie. En el curso de los últimos milenios, la interacción entre el ambiente y la selección humana ha conducido hacía las razas genéticamente definidas, entre las que se encuentra la del toro de lidia.
La situación de los animales salvajes es diferente, ya que, bajo el efecto no atemperado de la selección de origen ambiental, se observa poca diversidad dentro de una especie.
Todos los bóvidos domésticos europeos, entre los que se encuentra el toro de lidia, descienden de un grupo de razas de Aurochs, Bos Primigenius, hoy desaparecidos. El último ejemplar de Aurochs, término europeo que se utiliza para referirse al Uro, murió en un bosque polaco en 1627, y fueron muy abundantes en Europa, en África del Norte, Medio Oriente, sudeste asiático y China en donde desaparecieron muchos siglos antes que en nuestro continente. Numerosas teorías que harían muy extenso este documento, han sido formuladas para explicar la diversidad de las diferentes razas modernas de bovinos domésticos haciéndoles descender de diferentes razas de bóvidos salvajes.
Hasta hace pocos años la expresión “animal doméstico” incluía a todos los animales que conviven con el hombre en sus habitaciones de forma habitual. Esta definición implicaría, por ejemplo, que las salamanquesas que se encuentran en muchas viviendas, o las moscas, fueran animales domésticos, ya que en ambos casos se cumple la condición de convivencia en el hogar del hombre. Por ello, y para ser más estrictos, se restringe la palabra “doméstico” al animal que ha sido domesticado y que lo ha sido, precisamente, para rendir un servicio al hombre. Esta segunda condición complementa el carácter de domesticidad.
El proceso de domesticación consiste en un fenómeno evolutivo de relación hombre-animal en virtud del cual se establecen lazos de dependencia y modificaciones de comportamiento mediante los cuales el animal se somete al hombre y le proporciona productos y servicios, y éste, lo aloja, mantiene e intenta mejorarle bajo el prisma de la utilidad.
Reed (1974) afirmaba: Un animal doméstico, o un descendiente de una población doméstica, no puede llegar a ser nunca un animal salvaje, aunque se le deje en libertad.
El mismo Reed define al animal doméstico como: “Animales que se encuentran bajo el cuidado del hombre, aquellos cuya reproducción puede ser regulada por él o los que son protegidos o alimentados por el hombre.
Del mismo parecer es el profesor Don Miguel Ibáñez, profesor de Etología de la Facultad de Veterinaria de Madrid, y así lo hace constar en un informe pericial que elaboró para la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid.
Un animal “amansado” no es doméstico. Por ejemplo, los elefantes, que son usados como animales de carga, o en circos, y que son capturados y amansados por el hombre. La excepción sería que el amansamiento tienda progresivamente a la domesticación, si el animal capturado, siendo originariamente salvaje, se reproduce en cautividad y es seleccionado por unas cualidades determinadas.
En conclusión, el término “doméstico” es tan rotundo que su naturaleza no permite la posibilidad de perder esta condición por el transcurso del tiempo. La condición de doméstico califica definitivamente al animal desde su nacimiento; se es o no se es “animal doméstico”.
Podemos decir que no hay situaciones intermedias entre especies domésticas y salvajes. La condición humana, por muy injustificado e irracional que sea el comportamiento de una persona, no se pierde, y lo mismo ocurre con los animales domésticos de los que estamos hablando, y sin lugar a dudas con el toro de lidia.
Datos contrastados que demuestran que el toro de lidia es un animal doméstico:
Sabemos que al hábitat natural del toro de lidia, salvo excepciones, son las dehesas. En nuestro país existen entre 1.5-2 millones de hectáreas de dehesa, de las que, 300.000-500.000 son ocupadas por estos animales. Es importante hacer mención a que muchos de estos animales son explotados en régimen extensivo en unas pocas hectáreas de terreno que nada tienen que ver con las dehesas, es decir, que no todas las ganaderías de lidia se asientan en terrenos adehesados.
Si existe una raza de vacuno en que la intervención del hombre en su ciclo reproductivo sea total, ésta es la raza de lidia. Ningún cruce se realiza sin que el ganadero lo decida. Incluso en Salamanca y en el Centro de España, el ganadero hace que los becerros nazcan unos meses más tarde que en explotaciones ubicadas en zonas con de España con inviernos más benignos (Andalucía y Extremadura), para evitar que los partos se produzcan en los meses fríos, evitando así en un alto porcentaje la muerte de las crías.
En algunos libros consultados y escritos por ganaderos de toro de lidia, podemos leer:
“La primera práctica que se lleva a cabo, una vez que se ha producido el parto, es engañar a la vaca, porque es imprescindible reseñar el sexo del animal nacido junto con el nombre de la madre”.
“A los pocos días de su nacimiento, en la mayoría de las explotaciones, el ganadero realiza la marca en la oreja de la cría con una navaja o tijera que recibe el nombre de “lañar”.
“Todos los becerros serán identificados con lo que se conoce como crotal que es un sistema de identificación por el que se reconoce la propiedad del animal”.
“La dosis de bravura se haya ya inyectada en su sangre a causa de los factores genéticos, seleccionados en las madres y en el semental elegido para cubrirlas”.
“A los 8-10 meses del nacimiento se realiza el destete dirigido, separando a los becerros de las madres”.
“El mismo día del destete se realiza la faena del herrado, que en ocasiones, si no se hizo con anterioridad, sirve para “lañar” al becerro con la marca de la oreja. El herrado implica identificar al becerro con la marca de la ganadería, la de la asociación de criadores a la que pertenece el ganadero, una serie de números que indican el año de nacimiento y los que indican la identificación del animal”.
“Todos los animales de raza de ldiia tienen su certificado de nacimiento”.
“Existe un árbol genealógico de la raza de lidia”.
“Los machos y las hembras son separados a los 14 meses de edad”.
“Las hembras son tentadas entre los dos y tres años. Esta es una prueba fundamental en este tipo de explotaciones para la selección de las futuras madres”.
“A los machos que son seleccionados para ir a las plazas se les impide satisfacer sus instintos sexuales. La privación sexual, aumenta la agresividad del animal, según los ganaderos”.
“A los que han sido elegidos como sementales se les asignarán 30-40 vacas, seleccionadas también por el ganadero. A estos toros se les cortan tres dedos de los cuernos”.
“Es conocido que algunos toros tienden a “aquerenciarse”, es decir, a prestar más atención a una sola hembra, cosa que el ganadero evitará sacándola del harén”.
“Son muchos los ganaderos que realizan la monta dirigida, dejando que el toro solo cubra a cada vaca una o dos veces”. La inseminación artificial, aunque no es una práctica común en las ganaderías de lidia, también se realiza en estos animales.
“Las vacas, si se las da de comer, se dejan acariciar por el vaquero, salvo raras excepciones”.
“El toro en la manada es profundamente pacífico, tranquilo y tímido. “Acepta los límites que le impone el hombre para moverse, así como el hambre y la castidad”.
“Lo hermoso del ganado bravo es pasar entre ellos y que conozcan que no vas a molestarles. La nobleza, la tranquilidad adquirida por el trato continuo es esencial, y no digamos a la hora de trasladarlos y encerrarlos”.
“Del mismo modo, las vacas no tienen miedo al hombre, no se asustan, obedecen con tranquilidad y aceptan con agrado cuanto las mandan”.
“Las vacas y los toros tienen nombres asignados por los ganaderos”.
“Los tentaderos existen hace dos siglos. Anteriormente, hasta entrado el siglo XVIII, no hay verdaderas ganaderías de toros de lidia, pero si la selección de ejemplares, que se realizaba de manera elemental, primaria: se elegían los más fieros para los festejos en los que los caballeros montados a caballo los alanceaban”.
“Es a mediados del siglo XVIII, cuando se empiezan a agrupar las reses, provocando sacar un tipo “único y uniforme” mediante la selección y la cosanguinidad”.
Claude Popelin, calculaba en 1964, que los ganaderos caros desechaban, es decir, mandaban al matadero, un 60% de las vacas tentadas, y los baratos el 10%. En las tientas se decide por tanto si una vaca sirve para ser reproductora. En la actualidad esta práctica es habitual y son más las vacas bravas que van al matadero que las que son destinadas a la reproducción.
En la actualidad son numerosos los ejemplares de raza de lidia, tanto machos como hembras que acaban en los mataderos, en los que por cierto, sólo se sacrifican animales domésticos. Incluso el 25% de las vacas bravas se cruzan en la actualidad con sementales de la raza Limusina para mejorar las canales que serán destinadas a consumo de carne.
Seis u ocho años después de las tientas, los productos que se lidien de las madres elegidas, le dirán al ganadero si acertó o no en la selección y los cruces. Si no acertó, la vaca será enviada al matadero, del mismo modo que se hará cuando su índice de fertilidad descienda.
En algunas ganaderías de lidia se realizan tentaderos con machos (erales) a campo abierto mediante la faena que se denomina acoso y derribo, e incluso en algunas, se recurre a la tienta con puyas unos meses después si se piensa que el eral, una vez superada la prueba de acoso y derribo, puede servir como reproductor. Si cumple con las expectativas pasará a formar parte de los sementales de la explotación y si no, será enviado al matadero, ya que estos animales no son aptos para ser lidiados.
En palabras de Álvaro Domecq y Díez, “tenemos, además, una prueba que tras tres siglos de selección, se ha llegado a modificar morfológicamente al toro de lidia”, y es a la que alude Don Alberto Vera que describe la diferencia del toro de ayer, grande, destartalado, al toro de hoy, armónicamente construido, de cabeza preciosa y de piel fina y brillante”. Es ésta una prueba más de la domesticación y de la intervención del hombre en su creación.
No cabe la menor duda de el toro de lidia es un animal al que la manipulación genética ejercida por parte del ser humano ha ido transformando a lo largo de los últimos dos siglos, lo que le confiere sus características. Estas características son modificadas por los ganaderos en función del tipo de toro que el aficionado y el torero consideran en cada época.
En la crianza del toro de lidia se hace indispensable una buena alimentación, que como no podría ser de otra manera, debe ser dirigida por el ganadero. Para aumentar un kilo de peso, el toro requiere 10-14 kilos de materia seca, 15 de heno o 60 kilos de hierba. La ubicación del número de toros por hectárea también es decidida por el ganadero según el tipo de pasto y del número de ejemplares. Hace más de cincuenta años que los toros son alimentados con piensos, con grano y leguminosas, con habas, con avena molida, tortas de orujo de plantas oleaginosas, barbechos de remolacha y con paja, además de con el pasto. En referencia al pasto, algunos en los que se alimentan los toros no son naturales, sino que han sido sembrados por el hombre.
Cuando los becerros son destetados se les suministra pienso, al igual que se hace con los toros elegidos para ser lidiados para que alcancen lo antes posible el peso adecuado. Las madres reciben pienso durante el periodo de gestación. Además, todos los animales de las ganaderías de lidia, reciben suplementos vitamínicos y minerales y antiparasitarios internos.
Conclusiones:
Creemos que en el presente documento queda fehacientemente demostrado que el toro de lidia es un animal doméstico (como lo recoge el documento de la FAO), ya que cumple todas y cada de las premisas expuestas para considerarlo como tal.
Se cría y vive en compañía de personas, y durante los últimos dos siglos ha adquirido y desarrollado caracteres morfológicos, fisiológicos y de comportamiento, heredables, que han sido el resultado de una interacción prolongada y de una selección deliberada por parte del ser humano, que ha obtenido determinados beneficios de dichas modificaciones.
Nada puede poner en duda que es una raza de bovino sobre la que el ser humano tiene el total y absoluto control reproductivo y de propiedad.
Como veterinario no me cabe la menor duda de que el toro de raza de lidia es un animal doméstico.
José Enrique Zaldívar Laguía
Veterinario colegiado del Ilustre Colegio de Veterinarios de Madrid.
Presidente de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia (AVAT)
No hay comentarios:
Publicar un comentario