1/6/12

LA DRAMÁTICA Y CRUEL MUERTE DE UN TORO EN LAS VENTAS

Las primeras fotos de la corridA. Habrá más... Tenéis toda la libertad para que sean vistas en donde estiméis oportuno, pero si os pido que hagáis saber que han sido tomadas por la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia. No se trata de darnos "bombo" sino que se sepa que estamos en lo que estamos y sabemos lo que hacemos y lo que contamos. Las tenemos en alta resolución, éstas y las que más adelante publicaremos, por lo que, cualquier asociación que las quiera utilizar para pancartas o carteles no las puede pedir y veremos la manera de hacerlas llegar.

Secuencia de fotos en Picassa.


Vídeo con las imágenes.

Crónica de una muerte dramática y cruel. Quinto toro de nombre "Letrado". Las Ventas. 30 de mayo de 2012. Lo que Burladero ha explicado como una "estocada de recurso caída y fulminante" en su web. Burladero: una burla de burladores.


Quinto toro de la corrida del día 30 de mayo de 2012 (Plaza de Las Ventas)

“Letrado”. 624 Kg. 5 años (11.06.2006). Negro Listón. Ganadería Carriquiri.

Torero: Ignacio Garibay. (Méjico D.F)

Así nos contaba la muerte de este toro la web de Burladero: “Estocada de recurso caída y fulminante”.

Una mentira taurina, como es habitual, pero ésta, de un cinismo que acogota.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero una secuencia de ellas, nos explicarán de forma clara lo que padeció este toro.

Esta es la crónica de una muerte dramática y cruel, fruto de la nula compasión de un torero y de un inútil puntillero, una manifestación más de una gran mentira, de lo que ellos llaman amor al toro bravo, en definitiva de lo que es la tauromaquia.

La estocada, como dice el medio taurino, era caída, en el lado derecho, pero no fue fulminante. Dada la situación del acero, el daño que provocó fue una lenta hemorragia, ya que debió quedar clavada en uno de los lóbulos pulmonares sin alcanzarlo plenamente. El toro moriría tragándose su sangre, que poco a poco iría invadiendo su cavidad torácica dando lugar a una lenta asfixia. Externamente sólo veríamos unos pequeños hilos de sangre que saldrían por su boca y su nariz.

Es cierto que el animal cayó poco después de recibirla, por lo que el matador optó por no usar el descabello y dejar la labor de acabar con la vida del toro al subalterno.

Dicen los taurinos y algunos veterinarios que descabellar es lo mismo que apuntillar. Yo siempre lo he negado y ésta es una buena prueba de ello.

Lo dramático y cruel vino después.

Cómo podéis ver en la secuencia de fotografías, el puntillero ejecutó la maniobra más de 8 veces, pero lo terrible es que en ese tiempo, el toro se levantó dos veces buscando la salida de la plaza, pensando que de esta forma escaparía de la tortura a la que estaba siendo sometido.

El animal, una vez recibida la estocada, buscó las tablas y dobló las manos. Poco después se acercó el puntillero y clavó el puñal en el espacio occipito atlantoideo, que se encuentra en la zona anterior a la primera vértebra cervical (atlas). Una vez introducido el cuchillo, éste debería destrozar el tronco encefálico o bulbo raquídeo. Esta estructura forma parte del Sistema Nervioso Central y pone en comunicación la médula espinal con el encéfalo. Su función es regular los ritmos respiratorio y cardiaco, por lo que su lesión debería provocar la parada cardiorrespiratoria en el animal. La sangre, cargada de CO2, llegará al encéfalo y el animal morirá en pocos segundos, siempre y cuando se realice con la debida destreza.

Siguiendo la secuencia se puede ver que el toro se gira y se marcha, andando lentamente en busca de la puerta de chiqueros, el lugar por donde había salido al ruedo y que quedaba muy próxima al lugar en donde el torero le había dado la estocada.

Hay un momento en vuelve sobre sus propios pasos y se queda mirando al torero y al puntillero (¿querría decirles algo?), para volver de nuevo a buscar la puerta de salida. Fijaos que lo que lleva el matador en su mano es el verduguillo, que de forma cobarde no se atrevió a utilizar. Hubiera sido sencillo descabellar al animal, seccionar la médula espinal, dejar al toro tetrapléjico y haber facilitado la labor del subalterno. Es más sencillo y menos peligroso introducir el cuchillo en toro con la cabeza ladeada que estando con ella en alto.

De nuevo, el toro se detiene y vuelve a caer. De nuevo se acerca el puntillero y le saca el estoque. Lo que se busca con esta maniobra es aumentar la hemorragia en la cavidad torácica, para intentar acelerar la muerte. Y otra vez, un nuevo puntillazo. La sangre empieza a manar en mayor cantidad por la boca y los ollares.

Un nuevo puntillazo, y el subalterno intenta, cogiendo los cuernos del toro, colocarlo de lado, cosa que no consigue. El toro sigue agonizando.

Dos nuevos puntillazos y el toro de nuevo se levanta, mientras el subalterno mira al torero con cara de no entender nada.
Y de nuevo el animal se pone en marcha, buscando la salida de la plaza.

Y de nuevo se da la vuelta y de nuevo da unos cortos pasos.

Y de nuevo dobla las manos.

Y otro puntillazo, y otro y otro, y el toro, que tenía la cabeza posada sobre la arena la levanta.

Y otro puntillazo y otro, y otro más…

Esta es la estocada de recurso fulminante de la que habla Burladero. Una burla de burladores.

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