Hace unos días el periódico
La Razón informaba a su lectores de una futura modificación de la puya, ese instrumento cortante y punzante que se utiliza en la lidia para castigar al toro, para debilitar, para hacerle perder sangre, para ahormar su cabeza y para hacerle humillar y "dulcificar" su embestida posterior a la muleta del torero.
Las puyas han sufrido numerosas modificaciones a lo largo de la historia de la tauromaquia, en especial desde que se reglamentó la lidia de toros.
El último intento de modificación se produjo en 2012, cuando un ex picador, inventó lo que denominó la puya retráctil.
Existen estudios taurinos que cuantifican la pérdida de sangre en el tercio de varas, es decir, durante y tras la aplicación de la puya, en un 8-18% del volumen sanguíneo. Si un toro tiene aproximadamente 70 ml de sangre por kilo de peso vivo, podemos decir que un animal de 4 o 5 años y de 500 kilos de peso tendrá un volumen sanguíneo de 35 litros de sangre y por tanto podrá perder entre 2,8 y 6.3 litros de la misma como consecuencia de esta suerte. Las heridas producidas por aplicación de las puyas están manando sangre durante toda la lidia, y más cuando sabemos que las banderillas son colocadas en las zonas que fueron previamente lesionadas por los puyazos, y que van a provocar aún más hemorragia. También provocan hemorragia más o menos copiosa la estocada, el descabello y la puntilla, que será más abundante cuantas más veces se apliquen cada uno se estos instrumentos de tortura. A pesar de esto, es la puya la que provoca mayor pérdida de sangre y por tanto mayor sangrado en novillos (novilladas con picadores) y toros.
La presencia de sangre en el cuerpo del animal durante la lidia no es demasiado estética, especialmente si el toro es de capa o de pelos claros, y resulta desagradable para los espectadores que se acercan con curiosidad por primera vez para ver y conocer este espectáculo.Dicen que en un toro bien sangrado, la sangre debe llegar hasta la pezuña.
Los taurinos saben que las corridas de toros están cada día más entredicho y que mejor manera de intentar captar adeptos que reducir o minimizar aquellas señales externas que provocan más rechazo entre los profanos como es un toro manchado y empapado de sangre. Ya se hizo cuando se implantó el peto en los caballos, cuyo uso se hizo obligatorio en 1931 o cuando se eliminaron las banderillas de fuego en 1949 (1952) con un intento de
volver a usarse en 1978.
Es ésta la única razón de la posible aplicación de una nueva puya, que según argumentan sus inventores, un veterinario y un torero, va a reducir de forma considerable el sangrado. Poco sabemos de este nuevo artilugio, más bien nada, pero deberá estar dotado de algún sistema que evite la salida de sangre de los vasos sanguíneos, una vez que hayan sido seccionados por la pirámide de la puya y el resto de las estructuras que la forman. Digo única razón porque aunque dicen que disminuirá los daños anatómicos que se le provocan al toro, lo que voy a poner en entredicho, es una cuestión que a los abolicionistas de la tauromaquia nos parece baladí.
¿Qué puede hacer que una herida, la provocada por las puyas, que muchas veces alcanza los 20 cm de profundidad, pudiendo llegar hasta 30 cm, no sangre como lo haría en circunstancias naturales, como ocurre en la actualidad? Pues lo único que se me ocurre es que esté dotada de un sistema que tapone los vasos seccionados. ¿Será un tapón o dispositivo similar? Este tapón puede que vaya incorporado en el interior de la puya y que mediante algún sistema se suelte una vez que la vara ha sido clavada en el cuerpo del animal. ¿Podría ser un muelle o un percutor similar al que se utiliza en las pistolas de bala cautiva utilizadas para aturdir a los bóvidos en los mataderos antes del sangrado? Pudiera ser.
Este sistema de taponar heridas para disminuir la visión de la sangre por parte de un observador, ya es utilizado en las matanzas de delfines en Taiji (Japón). Los "pescadores" japoneses lo inventaron con el mismo fin: que las aguas del mar en que se realiza la matanza no quedaran teñidas del rojo de la sangre de estos pobres animales. En la foto que podéis ver aparece el tapón que colocan en la herida infligida a los cetáceos.
Lo que cómo veterinario me llama la atención y me indigna, es que un "compañero" de profesión haya colaborado en el parto del artilugio que servirá para torturar toros de lidia durante la suerte de varas, ocultando la realidad de la sangría que esta maniobra provoca. El que haya intervino un torero no me extraña lo más mínimo. Hay que tener una mente un tanto "especial" para colaborar en un proyecto semejante, siendo profesional de la salud y el bienestar animal.
Mengele no hubiera tenido el mínimo reparo en colaborar en algo similar para torturar humanos, y parece que ha encontrado su doble en el mundo de la veterinaria. Su idea me parece igual de cínica y cruel que la han tenido los japoneses de Taijí (La reflexión es de una compañera de AVATMA, Anabel Marín)
Hasta el momento,
Julio Fernández Sanz, que así se llama el veterinario, no ha desmentido la información que apareció en La Razón, así que con la debida cautela, me veo obligado a informaros de este repugnante asunto.
Tampoco el mundo de la tauromaquia se ha pronunciado al respecto, y resulta curioso, porque siempre se ha dicho, aunque no sea verdad, que esta copiosa pérdida de sangre es "favorable" y por tanto "buena" para el animal, ya que evitará su muerte por fallo cardiorrespiratorio dado el tremendo ejercicio físico al que se verá sometido el toro durante la lidia posterior. Se dice que es necesario que estos animales pierdan sangre dado el esfuerzo al que tendrán que responder su corazón, sus pulmones, y su aparato circulatorio. Este sobreesfuerzo existe sin duda, ya que un herbívoro rumiante, digan lo que digan los taurinos, no está preparado para soportar la lidia y así lo certifican los numerosos informes que desde nuestra asociación (
AVATMA) hemos elaborado en los últimos seis años.
Espero que la noticia no sea cierta y que nuestro compañero de profesión nada tenga que ver en la elaboración de este nuevo instrumento de tortura.